martes, 23 de octubre de 2007

Busca las 7 diferencias en el tren

Un país plural es un país lleno de gente diferente. Impepinable, ya lo sé.

Pues bien, en estos días, en los mismos trenes, en la misma región (Catalunya) hemos tenido un ejemplo claro: un "neng" entra supuestamente borracho (eso dice él, el muy valiente) contándole por el móvil a un colega la paliza que le había metido a un moro unos días antes. Cuando va a bajarse, decide tomarla con una menor Ecuatoriana, muy gallardo con su colega al móvil alucinando bellotas con lo patrio y valiente que es, sin que nadie se atreva a detenerle. Le chilla a la chica que se marche a su país. La empuja, la golpea, la humilla, le provoca daño físico y sobre todo psíquico. El macho cabrío se pone gallito ante los medios diciendo que no lo recuerda bien porque estaba muy borracho, y que él no es un racista "ni nada de eso, neng".

Esta mañana, un nutrido grupo de ciudadanos ha sumado 50 minutos de retraso a un tren que ya acumulaba 20. Estaban hartos. El revisor a entrado a un vagón sin pedir el billete a nadie, salvo... al negrito. Éste le ha dicho que no tiene que enseñarle nada en un tren que va con retraso. Los demás pasajeros le han apoyado, amotinándose, hasta que el ciudadano ha mostrado su billete a los Mossos. Y se acabó.

Desgraciadamente el racismo es una realidad peligrosamente extendida. No creo que falte mucho para que el PP haga suya la bandera anti-inmigración, que, mucho me temo, puede ser muy bien recibida por la ciudadanía (aunque sea en secreto y con la vista bajada), y arrasar electoralmente, como en Suiza. Es precipitado decirlo, pero tengo esa impresión; por el ambiente de las calles, de los barrios, donde hasta el más izquierdista opina que "hay que reconocer que con toda esta gente, se está poniendo esto muy feo", y el menos progre, dice en las tertulias de bar, sin tapujos "¡Que se vallan a su puto país a trabajar, que no traen más que mierda, vaguería y delincuencia!" o cosas aún peores.

En primer lugar, he de constatar que, aunque sólo parcialmente, algún sentido tiene correlacionar la degradación de la vida pública cotidiana, con la llegada en los últimos tiempos de grandes cantidades de personas buscando un futuro mejor: estas personas son pobres. Están por debajo de lo que hasta ahora constituía la clase social más baja del país; existía una clase marginal, de mendigos y ciudadanos chabolistas, pero en cantidades pequeñas. La llegada de nuevas personas directas a engrosar esa clase social "por debajo del proletariado", hace que la "media" de la clase social que vive en un barrio o una ciudad, baje. O sea, cuantos más pobres hay en una zona, más pobre es esa zona. Y cuando uno está un poco por encima de esa media, le sienta mal que le "ensucien" lo suyo.

Pero ¿acaso lo teníamos limpio? Nuestros barrios ya eran un basurero de precariedad laboral, salarios ínfimos, suciedad, violencia, e inseguridad nocturna, antes de que llegaran los inmigrantes a por trabajo a precio rebajado. Parece que se nos ha olvidado esto. En 1987, por ejemplo, había inmigrantes trabajando en Madrid, pero eran una ridícula minoría ¿era la ciudad un paraíso terrenal? No. Había mendicidad, prostitución, marginalidad, pobreza extrema, y tengo la firme convicción de que esos rasgos son el motivo de la inseguridad y el malestar callejero.

Pero pusimos soluciones firmes: acabar con la heroína, luchar contra la esclavitud sexual, evitar el chabolismo con medidas sociales, etc. No se arregló del todo, ni se hizo todo lo que debía hacerse, pero la cosa fue mejorando. Justo en ese momento (cuando "la cosa mejoraba en España"), empezaron a llegar personas destinadas a cubrir la parte del puzzle que estaba quedándose vacía. Los españoles ya no queríamos hacer determinados trabajos, teníamos la posibilidad de "ir tirando hacia arriba", poquito a poco.

De ahí a criminalizar a la clase emigrante (por cierto, me parece racista incluso la palabra "inmigrante", porque es un concepto que evoca la invasión) hubo un paso. Cuando Usera pasó a ser un China-Town (por cierto, ni por asomo) y Carabanchel un "Marruecos español", los dedos empezaron a señalar. Podemos estar endeudados hasta el cuello, hipotecados, precarizados, chuleados, atracados a manos de la administración, saboteados por unos presupuestos que diluyen la enorme riqueza de este país en una espesa nube negra, pero tener que aguantar lenguas y acentos extraños... ni por asomo.

Al trabajador ultra-precario nos lo cruzamos todas las mañanas en la escalera. Al mercado no. ¿Para qué comerse la cabeza pensando en quién es el enemigo, cuando es fácil ponerle la cara del vecino Rumano? La situación precaria de nuestra vida cotidiana es responsabilidad de un sistema, y de una administración, que están permitiendo que unos pocos se queden con lo nuestro: y esos pocos, extranjeros o no, no son los que vienen al barrio a compartir piso con 8. Viven en mansiones.

El racismo es sólo la manifestación de la terrible ignorancia que padecemos. Tomemos ejemplo del motín del tren. Y sobre todo, eduquemos mejor al "neng".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Olé, por el peluo. Así se dicen las cosas Iñaki. Lo cierto que al "neng" en cuestión me habría gustado verle en la situación contraria. Él solo en un vagón de tren con un "negraco" de 120 kilos, cachotas, puños como mazas y llamandole blanco de mierda. Fijo que a ese no se atrevía a darle la patada. Vivimos en un pais de pandereta donde cualquier mamarracho con el pelo corto se cree más amante de su patria por repartir hostias a una joven de 16 años indefensa. La pena que este subnormal se quedará sin un buen castigo ejemplar pero yo lo colgaba de los huevos y lo dejaba a la vista 3 ó 4 días para escarmiento público.

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